No hace mucho tiempo (la verdad que si) nos deteníamos a descansar de nuestras actividades (como todo ser del bosque, tenemos nuestras obligaciones y estas nos desquician y quitan el tiempo, tiempo que podríamos usar, por ejemplo, para cosechar manzanas) y como buenos escribetodo, escribir de nuestras bienaventuranzas y malas pasadas, pero pasadas al fin.
Tomaré el atrevimiento, como Erizo que soy, para hacer una pausa (o como dicen estos burgueses: un break) para contarles un suceso que tuvo lugar no hace mucho espacio-tiempo. Si se midiera por su significación, esta historia pesaría 3.5 kg de manzanas, 3 cucharadas de azúcar, 2 timbres y medio al portero de la vecina y 4 caramelos masticables viejos.
Todo sucedió una de esas noches en que Gengibre y yo (Erizo), buceábamos por mares de café y veíamos como mariposas, desde lo alto, nos hacían señas como para que volviéramos. No demoramos mucho entre que vimos estas señales y decidimos regresar, para que decidiéramos o decidiésemos volver a la playa. En este tramo mar-playa, y ese pequeño pero no corto viaje, fue cuando Gengibre cayó en la cuenta de su poca experiencia náutica y de mi mala experiencia para dar indicaciones. No tardé en ver esas mariposas, que pronto empecé a dar mandatos como cuando era timonel y capitán de mi barco: sotavento y bogavante, timon a toda vela, que suenen las campanas, todos a cubierta. Fue así como Gengibre, tan desorientada como niño con bicicleta sin ruedas, nado sin rumbo fijo y llegó a destino incierto: un remolino de café extracargado. Casi perdida y sin muchas esperanzas, creyendo que llegaba a su fin, me sumergí para tenderle una mano y sacarla de tremendo problema. Sin darme cuenta, que al acercarme al remolino, también sería arrastrado por este. entre giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y medio giro más, vimos como un picaflor (en este momento veíamos 4 picaflores a causa de las vueltas anteriormente descriptas) se acercaba de norte a este (puede que haya sido de oeste a este, pero con nuestro mareo no pudimos precisar ese dato en ese momento) y fue así como empezamos a hacer señales de humo, como el buen Mc Giver nos enseñó alguna vez. No tardó en divisarlas y este se nos arrimó en un santiamén, y pronto, orientados nosotros bajo su buen aleteo, pudimos llegar a tierra firme.
Lo que charlamos en esa playa, se quedará en esa playa, pero no significa que las olas puedan borrar lo que se escribió y acordó en ese momento. Lo que puedo decirles es que este simpático picaflor, amante de la buen música y los jazmines, decidió unirse a la Fiel Orden de G.L.A.D.I.O.L.O.
Tomaré el atrevimiento, como Erizo que soy, para hacer una pausa (o como dicen estos burgueses: un break) para contarles un suceso que tuvo lugar no hace mucho espacio-tiempo. Si se midiera por su significación, esta historia pesaría 3.5 kg de manzanas, 3 cucharadas de azúcar, 2 timbres y medio al portero de la vecina y 4 caramelos masticables viejos.
Todo sucedió una de esas noches en que Gengibre y yo (Erizo), buceábamos por mares de café y veíamos como mariposas, desde lo alto, nos hacían señas como para que volviéramos. No demoramos mucho entre que vimos estas señales y decidimos regresar, para que decidiéramos o decidiésemos volver a la playa. En este tramo mar-playa, y ese pequeño pero no corto viaje, fue cuando Gengibre cayó en la cuenta de su poca experiencia náutica y de mi mala experiencia para dar indicaciones. No tardé en ver esas mariposas, que pronto empecé a dar mandatos como cuando era timonel y capitán de mi barco: sotavento y bogavante, timon a toda vela, que suenen las campanas, todos a cubierta. Fue así como Gengibre, tan desorientada como niño con bicicleta sin ruedas, nado sin rumbo fijo y llegó a destino incierto: un remolino de café extracargado. Casi perdida y sin muchas esperanzas, creyendo que llegaba a su fin, me sumergí para tenderle una mano y sacarla de tremendo problema. Sin darme cuenta, que al acercarme al remolino, también sería arrastrado por este. entre giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y giros y medio giro más, vimos como un picaflor (en este momento veíamos 4 picaflores a causa de las vueltas anteriormente descriptas) se acercaba de norte a este (puede que haya sido de oeste a este, pero con nuestro mareo no pudimos precisar ese dato en ese momento) y fue así como empezamos a hacer señales de humo, como el buen Mc Giver nos enseñó alguna vez. No tardó en divisarlas y este se nos arrimó en un santiamén, y pronto, orientados nosotros bajo su buen aleteo, pudimos llegar a tierra firme.
Lo que charlamos en esa playa, se quedará en esa playa, pero no significa que las olas puedan borrar lo que se escribió y acordó en ese momento. Lo que puedo decirles es que este simpático picaflor, amante de la buen música y los jazmines, decidió unirse a la Fiel Orden de G.L.A.D.I.O.L.O.
3 comentarios:
Erizo.... que te tengo entre ojos eh!! desde aquel incidente de mis lapices de colores!!! mira que tengo que completar los pocos lapices con computadors que se me enredan en cables y redes.
Devuelveme mis lapices picaro!!!
me mareee en el quinto giro... pero como siempre, antes de empesar a girar dejo mi brújula en elpiso.... ya se para donde mirar de nuevo...
uauuuuuu!!!!!!me imaginé un mandala justo con el giro tras giro y los colores del picaflor...
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