Última aventura de Vinagre

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Yo, Vinagre, luego de unos días, me estoy recuperando del rotundo golpe de tristeza y abatimiento que se impulsó sobre mi alma al contemplar la destrucción de una de las más sublimes obras gladiolescas que hubiera alcanzado a llevar a cabo, durante mi estadía en el Bosque Encantado.
Luego de una larga,… muy larga,… eterna caminata llevada a cabo en compañía de la-duenda-incansable Gengibre, durante la cual nuestros bonetes (de estreno) no paraban de cosechar asombros… al punto de que, si no juntaron más, fuera seguramente debido a su tamaño finito.
Decía yo que, luego de haber recorrido un largo tramo silbando y tarareando, decidimos desviarnos un poco en busca de ayuda. Fue así como dimos con la madriguera de un topo. Un topo que, seguramente, no cumplía con sus obligaciones de cuidar la madriguera, puesto que, luego de proclamar interminables llamados y amenazas, ninguna cabeza se quiso asomar por el a’ujero. Dejamos una nota intimidatoria, pero, como el tiempo vale mil colores para los duendes, proseguimos a paso firme.
Cuando parecieron haber pasado varias lunas sobre nosotros, mi compañera proclamó:
- Ánimo, Vinagre, que falta poco…
- Un último descanso no nos vendrá mal.
Mientras nos hallábamos detenidos, creí ver un humo levantarse sobre el horizonte…
Esperamos… Era algo, o alguien, que se acercaba… Era… ¿un topo arriba de un camello?
Efectivamente, el topo, luego de leer la carta, no dudó en correr en nuestra búsqueda.
A medida que reanudábamos la marcha, aclarábamos algunas dudas… era un buen bicho, el topo… Hasta nos ofreció “apoyo logístico”
- ¡Ja!, ¡Ja!
- ¡Je!, ¡Je! Pero… ¿no te hemos contado la historia de los duendes y el flautista de pan flauta?
- No, ¿por qué?

Cuento de los duendes y el flautista de pan flauta
Cierto día doce de marzo –día de pasear escaleras- un par de duendes marchaban un tanto agotados por un sendero del bosque. Fue tras cruzar una correntada que se encontraron con el flautista… moreno, larguirucho, de nariz rojiza y sombrero al estilo “Benjamín Franklyn”.
- ¿Necesitan ayuda? Tal vez si os acompaño con una melodía pueda daros apoyo logístico…
Los duendes intercambiaron miradas…
- Claro, un poco de ritmo no nos vendría nada mal…
Habían marchado un muy largo tramo… cuando se los vio reaparecer de entre unas malezas que penetraran un rato antes… Dicen que el flautista iba encadenado a la escalera, y la llevaba sobre sus hombros.
- ¿Te sientes bien? ¿No necesitarás algo de “apoyo logístico”? ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!

Una vez llegamos a destino, nos detuvimos a examinar la zona en busca del farol perfecto. Y lo hallamos… Luego de pensarlo un momento, de pronto… ¡Záscate!, el farol había sido premiado con un hermoso sombrero de hongo color rojo, y un moño que le hacía juego. Fue tal la alegría que sentimos al verle, que nos dieron ganas de bailar… pero algo, súbitamente, nos hizo cambiar la expresión.
- ¡El placero, Vinagre!
- ¡Rajemos, Gengibre!
Unos segundos después, corríamos con la escalera por la otra esquina de la plaza.
Con la escalera a salvo, lejos de cualquier amenaza, no pudimos contener las carcajadas, mezcla de júbilo, adrenalina, y travesura… Nos dimos el tiempo de conocer a una niña, que se sonrió ante nuestra reluciente alegría, y los simpáticos bonetes. Le preparamos un regalo… y Gengibre, gracias a sus dotes adquiridas por haber nacido en San Nicolás, le bordó un esplendoroso “GLADIOLO”.
Marchábamos dispuestos a contemplar, ahora sin riesgos, el resultado de nuestra hazaña…
No fueron nada las exclamaciones que debimos oír en boca de unos jóvenes bien desprovistos de imaginación y cortesía…
No fueron nada, (y me detengo, porque, cuando lo recuerdo, me dan ganas de llorar) porque vimos el sombrero caído, y destruido por la mitad.
Una trémula sensación de… “me mataron un hijo” se adueñó de nosotros. Y nos empujó a una pena gigante, una angustia que sólo podrán imaginar aquellos que alguna vez criaron un sueño hermoso durante mucho tiempo. Que se sacrificaron mucho por verlo nacer, por verlo algún día abrir sus alas… Y el sueño no alcanzara a asomarse, que alguna bestia inhumana sin corazón lo degollara frente a sus ojos.
…Con el tiempo vinieron otros jóvenes, tan acostumbrados a la fría rutina, que, sorprendidos por nuestros bonetes, se acercaban… tal vez para burlarse, como ocurre en todos los cuentos. Tal vez, más inocentes, para ayudar…

Mientras existan monstruos sin sangre que destruyan el inocente sueño de quienes supieron ver más allá de lo común, de lo vulgar, de lo aburrido…
De quienes soñaron alguna vez un farol aseñorado…
Mientras maten la risa de mil niños, que podrían haberlo visto…
Mientras silencien la cara de asombro de gente común, que por un momento se viera auxiliada en medio del terrible pantano de la cotidaneidad…
Mientras no nos dejen arrancar más: -¡Mirá eso! ¿Cómo habrá llegado allí?
Mientras todo eso ocurra, los duendes lloran…
Los sueños lloran…
¿Y cómo hemos de extrañarnos de que todo siga marchando hacia una obscura boñiga de toro?...
Y esa fue mi última aventura aquí, en Mendoza; porque motivos apremiantes me obligan a abandonar mi (tan aquerenciada) querencia. Espero que continúen con lo que alguna vez soñé. Soñamos…
Gracias a todos por el apoyo indispensable. Gracias a Berry, que nos impulsó muchísimo a seguir adelante. Gracias al erizo, al topo, al cuco, y a la nutria. Gracias a los que se fueron prendiendo; Matue; Josueno; Amarantina (que vio posible una amistad con el chivo). A propósito, tal vez me excedí un poco cuando los traté de guzznags. Si hay algo que no queremos son enemigos…
Gracias, sobre todo, a Gengibre. Por compartir mi sueño; por darle cuerda; por animarme siempre; por robarme todas las sonrisas que venía ahorrando; por los momentos; por sacarme del abatimiento y la nostalgia (que yo llamo “filosofía”); Porque un sueño es un hijo, y GLADIOLO es un sueño… nuestro al principio; ahora de todos…
G.L.A.D.I.O.L.O. Gremio Laboral Adjunto a Duendes Inicial y Ocasionalmente Liderados por un Oso
Se despide, con tierno soplo, el duende Vinagre, fiel servidor de la orden GLADIOLO.

Última carilla de la bitácora que narra fidedignamente las aventuras que acontecieron a Vinagre y a Gengibre un día en que los sorprendió el temporal.

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Nota: Cuando despertamos enjaulados había cesado la lluvia.
Nota: Los acróbatas son gemelos
Nota: Tengo hambre
Nota: Los acróbatas hacen trampa
Nota: Perdí otro dedo fastidiando a las cacatúas
Nota: El guacamole no debe prepararse con taaaanto tomate
Nota: ¿Mr PacMan se empastillaba?
Nota: ¿PacMan se escribe así?
Nota: El té de los cafés brasileros no tiene nada de especial
Nota: Mañana abre el cine Universidad
Nota: No olvides pasar a buscar la bicicleta por la mañana
Nota: Me duele el pie
Nota: Estamos haciendo uso y abuso de las “Notas:” (LIBERTAD DE EXPRESIÓN)
Nota: No me entran más notas
Nota: Ay! Tan solo una pequeñita...

(verticales)
Nota: Encontré más lugar para escribir notas
Nota: Extrañamos a Carmencita
Nota: Un detective nos preguntó por ella, seguramente está sobre la buena pista

FIN

Penúltima carilla del diario de aventuras de G.L.A.D.I.O.L.O.

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Mi compañero se sintió ofendido, y dispuesto a alcanzar el barco para golpear al animal, destruyó mi centro urbano con su pulgar.
Lo seguí al nado. Por fin alcanzamos el barco. Nos sumergimos buscando alguna compuerta para poder entrar...y la hallamos.
Después de una travesía por caños, tubos y recovecos, salimos a la superficie por el inodoro.
No duró mucho, cuando salimos a la cubierta, resbalamos en aceite de lino y nos golpeamos la cabeza.
Cuando despertamos, estábamos en una jaula, Sí, este barco contrabandeaba granos de café, cacatúas, juguetes inflables tailandeses y un par de acróbatas coreanos...
Luego de una intensa labor diplomática con el capitán Erizo, llegamos a un acuerdo, así es como él pronto pasará a formar parte de G.L.A.D.I.O.L.O.
Nota: Cuando despertamos enjaulados había cesado la lluvia.

CONTINUARÁ...