De cómo Gengibre conoció al sobrino del mago de Oz, y qué aventuras les acontecieron. (Parte 1)

2 comentarios


[Esta es la primera parte de una de las grandes aventuras que tuve como servidora de G.L.A.D.I.O.L.O.

No desespereis, pronto tendrán también sus "Anécdotas del Té", quizás más pronto de lo que creen, pero por el momento...]



Me encontraba un ventoso día de Agosto saliendo de ese Gran Salón en el que tantas tardes pasé contando baldosas, jugando carreras de sillas e inventando historias. Cuando de improviso aparece ante mis narices, la cual por cierto es una sola, un simpático hombrecillo portando un verde paraguas. ¡Cuál sería mi sorpresa al descubrir que era Vinagre!
Luego de un breve intercambio de saludos y galletas, Vinagre me dijo ofreciéndome su paraguas:
-¡Gengibre! Este paraguas te pertenece, te lo doy para que lo abras junto con la primer sudestada que venga así te arrastra a ese lugar de rocas fértiles y lunares. Estos simpáticos chirimbolitos te protegerán de meteoritos y otros elementos del cosmos que puedan dañarte de alguna u otra manera, como protones, fotones, aniones, electrones y otras cosas también terminadas en –ones.
-¿Camiones?
-Eh...ssssiii....quizás.
-¡Bien! ¿Y de matones? ¿Panzones? ¿Gorriones? ¿Protestones?
-Sí, sí. De almohadones, pisotones, emoticones, pompones y dá dá dá.
-¡Muy bien! ¿y esta antena metálica para qué sirve?
-¿Antena? ¿Qué ant...? eh...por las dudas no lo uses en días de tormenta.

Así es como me despedí de mi buen compañero de aventuras, procurando no alejarme demasiado para volver a encontrarlo en este lado del planeta. Iba caminando, ansiosa por estrenar mi nuevo y bello paraguas cuando en la lejanía creí divisar al erizo. “¡Erizo!” grité. El erizo no contestó. Volví a intentar, amenazándolo con robarle un pirulín, pero nada sucedió. Ya más cerca, y dispuesta a asestarle un golpe con mi nuevo paraguas, caí en la cuenta de que si bien era similar al erizo, este sujeto era más ruludo y con cara dibujito animado oriental. ¿Cómo proceder a actuar ante tan atípico individuo? Recordando de mis diversos viajes y aventuras, todos los protocolos y las maneras de tratar a los extranjeros, opté por aquello que consideré más certero: entonar el canto de paz propio del mandril congoleño mientras daba vueltas a paso veloz, intercalando algunas piruetas propias del norte asiático, alrededor de ese extraño individuo que me miraba con cara de incomprensión. Una vez terminada esta tarea, le solicite al caballero de rulos que me indicara el camino hacia el bebedero mágico, en donde de seguro podría cargar agua en mi termito para el té. Todas estas preguntas, las realicé a los gritos y moviendo mis brazos desenfrenadamente por encima de mi cabeza, de este modo, me aseguraría de que el ruludo hombrecito comprendiera sin error alguno. Cuando finalicé, el individuo se había cruzado de vereda y llamaba por teléfono moviendo su dedo índice de manera circular a la altura de su sien y señalándome de vez en cuando. Consideré que por dicho comportamiento, no tendría mucha idea de cómo ubicarme, por lo tanto, decidí continuar con mi camino. No llevaba más de 27 minutos y medio de caminata cuando se desató sorpresivamente un descomunal y violento viento que me obligo a abrir mi paraguas para protegerme. No se cuanto tiempo abre pasado así, de repente sentí un fuerte picotazo en mi dedo meñique izquierdo-había perdido mi zapato-, un ave, más precisamente un ganso que migraba hacia el noreste me obligó a abrir los ojos, fue en ese momento, cuando me di cuenta de que había levantado vuelo y que me encontraba levitando a más de 500 metros de altura.
Continuará...