Por la mañana jugamos al Age of Empires II con las plumas y huesitos del ave. ¡Maldita Gengibre! Le dije que jugáramos sin trucos! Para colmo, las hormigas salvajes no parecían dispuestas a ser domadas por Genghis Khan; y los microlobos devoraron la mitad de mi población de vértebras- aldeanas (vertebraldeanas).
Por la tarde, cuando veía mi maravilla construida con el cráneo de y partes del pico, asediada por la gran catapulta-clavícula (cataputícula), el juego se vio interrumpido por el sonido de un extraño animal que...ya me aburrí. “¡Gengibre!”, “¿Qué?”, “¡Te toca!”, “¡Todavía no!”, “¿Qué estás haciendo?”, “¡Terminando un backgamon con los coreanitos!”
Bueno, sigo yo, Gengibre.
El juego se vio interrumpido por el sonido de un extraño animal que nos gritaba desde la cubierta de un barco: “¡Hasta luego idiotas!”
CONTINUARÁ...